Muchos contratos de arrendamiento de casa habitación tienen una vigencia de un año. En estos documentos, se estipulan el precio, la forma de pago, así como las obligaciones y derechos tanto del arrendador como del arrendatario. También se establece cómo se puede terminar el contrato y las condiciones para su renovación. Es común que, al finalizar el contrato, propietarios e inquilinos decidan continuar con la relación de arrendamiento sin realizar un nuevo contrato, con la intención de evitar papeleo innecesario. A menudo, confían en la buena relación entre ambas partes y consideran que no es necesario formalizar la renovación. Sin embargo, desde nuestra perspectiva, es crucial hacerlo.
Beneficios de la Renovación para Ambas Partes
Para el Propietario: La renovación asegura que el inquilino siga cumpliendo con sus obligaciones, permite actualizar las condiciones del contrato, como el ajuste de la renta, y brinda la oportunidad de evaluar si es conveniente continuar la relación de arrendamiento.
Para el Inquilino: Proporciona seguridad sobre la continuidad de la tenencia del inmueble bajo condiciones claras y acordadas, evitando sorpresas o desalojos inesperados.
Consecuencias de No Renovar Formalmente
Riesgos Legales: La falta de renovación formal puede llevar a malentendidos y disputas legales, incluyendo la pérdida de derechos adquiridos o la dificultad para hacer valer obligaciones.
Inseguridad para el Inquilino: Sin un contrato formal que lo respalde, el inquilino podría encontrarse en una posición vulnerable, especialmente en caso de conflictos o desacuerdos con el propietario.
Nuestra recomendación
Recomendamos que, al menos 60 días antes de la fecha de finalización del contrato, ambas partes confirmen su intención de renovar. En caso de que así sea, el arrendador tiene derecho a inspeccionar el estado del inmueble para verificar que no haya daños o deterioros que puedan afectar la decisión de renovar. Si el inmueble se encuentra en buen estado, lo siguiente es firmar un convenio de renovación del contrato de arrendamiento.
Este convenio debe incluir los antecedentes de la relación de arrendamiento, los términos en los que se dio originalmente, y las intenciones de ambas partes al celebrarlo. Es fundamental que el convenio contemple cualquier ajuste en las cláusulas del contrato original, especialmente en lo referente al pago (ya que generalmente se aplican incrementos anuales), la forma de pago, y cualquier otra condición nueva que se acuerde.
Una vez firmado el convenio de renovación, ambas partes estarán protegidas en caso de incumplimiento. Además, para el propietario será más sencillo proceder legalmente contra el inquilino en caso de que no cumpla con los términos del nuevo convenio.
En nuestra experiencia, la renovación formal de contratos ha evitado problemas graves y ha resultado en beneficios tangibles para ambas partes. Nuestra recomendación es clara: todo debe quedar siempre por escrito, y nunca debemos confiarnos al dejar de hacer los documentos que correspondan.